Augurios estelares me envuelven esta noche,
avisos incesantes de días de vino y rosas,
de insólitas geografías y puertos turbadores,
de noches imprevistas de audacias infinitas.
Osadamente proclaman del amor sus guirnaldas,
me enredan en el sueño
de un dios irreverente,
que derrama sobre mi,
su ebriedad y su exceso.
Y aunque en mi cuerpo,
reverberan intactas las marcas de dolor,
-ademanes que la piel no derrotó-,
sus señales me anuncian
que la vida,
de nuevo,
habrá de darme,
mi parte aún de gozo.
Ada
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